¿Estás contento con tu estilo de vida? ¿Has pensado alguna vez en cambiarlo para intentar mejorar tu calidad de vida? ¿En ir a vivir al campo desde la ciudad o viceversa? Hay múltiples puntos tanto a favor y en contra de tomar este tipo de decisión y, muchas veces, nos deja dudando sin saber qué hacer.

El término calidad de vida, ya mencionado, no puede ayudar a decantar la balanza hacia uno de los lados. Por ello, tener claro que cosas son importantes para nosotros y nos generan felicidad es una variable necesaria a mirar para tomar la decisión final.

¿Qué es calidad de vida?

Definir el termino calidad de vida es algo complejo. Está compuesto por multitud de factores tanto subjetivos como objetivos. Esto implica que la definición es muy personal y, según la persona, puede significar una cosa u otra. Además, la definición cambia a lo largo de la vida y se va adaptando a los cambios vitales.

Esta subjetividad se ve incluso en la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Lo define como: la percepción que una persona tiene de su propia vida en relación con su contexto, sus objetivos, intereses, preocupaciones…

¿Qué factores influyen en la calidad de vida?

Considerando estos factores, podemos realizar una tabla que nos ayude a definir que consideramos importante para nosotros. Tras eso, si nos vemos con ánimo, podemos ponderar cada uno y, con una gráfica, definir nuestra calidad de vida en el momento presente.

Con todo esto, vamos a ver pros y contras de vivir en la ciudad o en el campo. Si a esto le sumas la gráfica realizada anteriormente, será más sencillo poder decidir donde te encontrarías mejor.

calidad de vida

La calidad de vida en la ciudad

Repasemos algunos de los aspectos positivos y negativos de vivir en ciudad con unos cuantos ejemplos. Estos estarán relacionados con los criterios definidos anteriormente. En este caso nos centraremos sobre todo en los relacionados con la afectación de las funciones cerebrales.

A favor

Facilidad de acceso a servicios básicos.

Este aspecto, uno de los más positivos, tiene en cuenta todo lo relacionado con la educación, el trabajo y la salud. En la ciudad es más sencillo acceder a centros sanitarios y hospitales. También podemos encontrar una mayor diversidad en cuanto a las posibilidades educativas. Y no podemos dejar de lado que suele haber mayores posibilidades de encontrar un empleo. A todo esto tenemos que sumar que, ante los problemas del día a día, podemos encontrar múltiples soluciones gracias a disponer de una mayor cantidad de negocios.

Centrándonos en el área de la neuropsicología, la reserva cognitiva es la acumulación de experiencias y estimulación de capacidades cognitivas o mentales a lo largo de la vida. En palabras más simples, es mantenerse activo, a nivel cognitivo, a lo largo de la vida. Esta reserva cognitiva es un factor protector ante enfermedades neurodegenerativas (como son el Parkinson o el Alzheimer) además de ser predictora de un envecimiento sano.

Amplia oferta cultural.

Al hilo de lo anterior, esto es un claro facilitador para generar una gran reserva cognitiva. Ahora bien, que la ofrezca no implica que se use. Esto realmente depende de los hábitos de cada uno y estos pocos tienen que ver con el lugar de residencia. Ejemplos de cosas que ayudan es ir leer, aprender cosas nuevas, ir al teatro o al cine, hacer actividades que exploten la creatividad, jugar a juegos de mesa o electrónicos, etc. Encontrando en las ciudades una mayor facilidad para acceder a estos recursos.

Las posibilidades de socialización.

Por último, las ciudades facilitan el encuentro con espectros de socialización muy diferenciados entre si. Esto es algo también muy vinculado con puntos anteriores. Las ciudades facilitan poder encontrar grupos de todo tipo (sobre todo a nivel de hobbies).

Cada vez que tenemos un encuentro social el cerebro segrega serotonina y oxitocina. La serotonina es un neurotransmisor relacionado con aspectos como la recompensa, el apetito y el estado de ánimo. La oxitocina, por otro lado, tiene importantes efectos anti-estresantes.

En contra

La sobreestimulación continua.

No todo es positivo respecto a vivir en la ciudad. Las ciudades obligan a mantener ritmos de vida más acelerados. Es decir, vivir en la ciudad suele ser sinónimo de ir corriendo a todos lados y estar sobrecargados de tareas. Esto favorece la aparición de estrés y ansiedad.

De los efectos del estrés ya se ha escrito mucho. Puede generar dificultades cardiovasculares, problemas en la toma de de decisiones, cambios en el apetito, problemas del sueño, etc. Pero, además, no podemos dejar de lado que el enganche y desenganche atencional continuo puede implicar el desarrollo de problemas atencionales severos.

La contaminación.

Otro de los grandes contras. Las ciudades suelen ser fuentes de contaminación y basura. Al concentrar a mayor cantidad de personas se produce mayor cantidad de suciedad y eso, a la larga, puede suponer un riesgo para la salud física y mental.

Los alimentos procesados y «basura».

Por último, vivir en la ciudad implica tener un mayor acceso a «comida basura» y alimentos de consumo rápido. Esto hay que juntarlo con el ritmo de vida del que ya hemos hablado. Al premiar la rapidez y tener, en ocasiones, escasez de tiempo, estos alimentos son sobreeutilizados, afectando al funcionamiento saludable de cuerpo y mente.

La calidad de vida en el pueblo

Vivir en un pueblo es radicalmente diferente a vivir en la ciudad. Muestra sus propias ventajas y desventajas y, como ya mencionamos, estas tendrán un valor subjetivo para la persona.

A favor

Mayor relajación, menos estrés.

La vida en el medio rural dispone de una menor cantidad de estimulas a la que enfrentarnos diariamente, sobre todo si lo comparamos con la ciudad. Además, habitualmente los ritmos de los pueblos también son más pausados, dando más espacio al descanso. Esto suele implicar niveles menores de ansiedad, aunque donde se viva suele ser solo uno más de los factores que lo afecta.

La conexión con la naturaleza.

No cabe duda que en el campo nos rodea la naturaleza más que en la ciudad. Por muy grande que sea el parque que tienes en el barrio no se puede comparar. Este hecho también favorece unos niveles bajos de estrés además de favorecer una buena salud.

Socialización más efectiva.

Este punto tiene cierta trampa, pero es cierto que existen más oportunidades de generar lazos fuertes entre personas. Esto puede ser porque en el pueblo es más fácil coincidir en los diferentes espacios una y otra vez y, a través de esos encuentros, generar vínculos más cercanos y seguros.

Alimentación más saludable

Todo esto depende del sitio, por supuesto, pero en general el el pueblo se come mejor. Suele existir un acceso más sencillo y rápido a productos de primera linea (que vengan sin intermediarios e incluso conozca a la persona que lo genera).

En contra

Pobre acceso a servicios productos y oportunidades.

Uno de los motivos que siempre se esgrime como desventaja. Normalmente el acceso a estos servicios se ve reducido notablemente en comparación con la ciudad. Suele haber menos diversidad laboral, menos centros de salud (incluso según el pueblo puede que no tenga) y menos centros educativos (pudiendo haber colegios o institutos que recogen a sus alumnos de los diferentes pueblos de alrededor y no teniendo, en su mayoría, universidad). Estos tres factores suelen ser nucleares para la calidad de vida y su falta, en ocasiones, puede sumar muy en contra.

Conclusión

Poniendo las dos opciones sobre la balanza, viendo sus respectivas ventajas y desventajas, no existe una opción mejor que otra. Como ya se ha comentado, depende de lo que uno quiere y necesita, de las cosas que le pueden hacer feliz. Por lo tanto, la conclusión más obvia es que realizar un análisis de lo que cada uno de nosotros considera calidad de vida nos puede ayudar a decidir, escogiendo la opción que mejor se ajuste a lo que consideramos.