Durante la pandemia ha crecido la violencia contra mujeres y niñas en el hogar.
Según un reciente artículo de la ONU, una de cada tres mujeres en todo el mundo ha sufrido violencia física o sexual por parte de un compañero sentimental.
Las líneas de asistencia telefónica han visto quintuplicado el número de llamadas durante la pandemia.
Aproximadamente, únicamente el 52% de las mujeres deciden libremente sobre su salud sexual, el uso de anticonceptivos o las relaciones sexuales cuando conviven con su pareja.
Si esta situación ya era preocupante, la pandemia ha elevado las cifras a lo que podríamos denominar, un estado de alarma.
[Fig 1.] Modelo de Duluth: Rueda de poder y control (Domestic abuse intervention Project, s.f)
¿Cómo se llega a estas situaciones?
La teoría del ciclo de la violencia explica cómo la violencia de género atiende a un patrón repetitivo y cíclico. Esto nos ayuda a comprender cómo las mujeres agredidas mantienen actitudes pasivas, interiorizando un estado de indefensión que les impide ejecutar otras estrategias de afrontamiento para salir de la situación en la que se encuentran.
Fase de acumulación de tensión
Se pone de manifiesto la agresividad latente. Aquí hay agresiones aisladas de carácter leve. La respuesta de la mujer se centra en intentar calmar al maltratador, recurriendo a mecanismos que a veces redundan en su propio perjuicio. Aquí es donde empieza a controlar el entorno, por ejemplo aislándose de personas que pueden ayudarla, minimizando el abuso, decirle que ella lo provocó…
Poco a poco los intentos por apaciguar al agresor dejan de ser efectivos.
Fase de explosión o de agresión aguda
Aquí estalla la violencia de forma verbal, física, sexual o ambiental. La víctima intentará complacer para que cese la violencia, calmar y evitar aquello que le moleste. En este momento la mujer piensa que el conflicto es provocado por ella misma, la culpa y el miedo la bloquean para oponer resistencia.
Fase de arrepentimiento, reconciliación o luna de miel
El agresor pide perdón y manifiesta arrepentimiento donde utiliza estrategias de manipulación afectiva tales como regalos, caricias, promesas, disculpas… además transfiere la culpa del conflicto a la mujer eludiendo su responsabilidad. Aquí la mujer cree que todo cambiará y donde se puede retirar la denuncia, así como el rechazo de ayuda de familiares, amigos, servicios sociales…
¿Qué mecanismos mantienen este ciclo?
Este ciclo implica la puesta en marcha de unas dinámicas de relación muy concretas en las que la manipulación y la coerción son protagonistas. Estos mecanismos hacen muy difícil que una mujer pueda salir de estas situaciones por sí misma, dado que generan directamente en la mujer una actitud de sumisión ante la vida.
Aislamiento
Una de las maneras de generar dependencia es que el agresor directamente prive a la mujer de su red de apoyo.
Por otro lado, como es normal, cuando el entorno de la mujer conoce que se encuentra en este ciclo, no valida la relación. En otras ocasiones, es la mujer quien decide no transmitir su situación a su entorno. Ambos casos sitúan a la mujer en posición de exclusión que permite perpetuar el ciclo de agresiones.
Este es el mecanismo más claramente visible dado que implica al entorno. Rompe con la exclusión, callarse o advertir no es suficiente, es necesario actuar.
Monopolización de la percepción
La persona que ejerce la violencia intenta hacer creer a la mujer que no le presta suficiente atención. La mujer acaba centrándose exclusivamente en lo que le interesa al maltratador anteponiendo las necesidades de este a las suyas.
Amenaza
Se ejerce con el fin de cultivar la ansiedad y desesperación generando mucho miedo en la mujer.
Indulgencia ocasional
Los hombres que ejercen violencia alternan momentos de bienestar, reforzamiento positivo y conductas sumisas con actitudes coercitivas y abusivas.
Demostración de omnipotencia
Este tipo de comportamientos le recuerda al agresor que es alguien que ejerce el control y tiene agresividad. Esto indirectamente hace reforzar la indefensión aprendida. Es decir, la mujer aprende a sentirse indefensa, ella no tiene nada que hacer ante este tipo de situaciones.
¿Cómo sería una relación sana?
Queremos ayudar a que la gente se conciencie sobre la importancia y peligro de estos comportamientos machistas y para ello es fundamental, no solo aprender a reconocerlos, sino también ofrecer una alternativa sana para las parejas.
No solo nos gustaría animar a que individualmente se actúe en contra de la violencia de género.
Creemos que el verdadero cambio pasa también por instituciones y organizaciones.
[Fig 2.] Modelo de Duluth: Rueda de sin violencia (Domestic abuse intervention Project, s.f)