El precio en terapia es algo discutido hasta la saciedad. Como terapeuta no paras de ver comentarios del tipo: «es muy caro ¿no?»; «en este sitio solo cuesta X»; «es que me parece muy caro para lo que es». No podemos negar que estamos en una crisis económica. Que vivimos con las cuentas al día y tenemos que busar en lo que ahorrar. Pero también es cierto que muchas veces no queda claro de donde sale lo que cuesta y para abordar eso es este artículo.

Un poco de contexto histórico.

El Colegio Oficial de Psicólogos (COP) publicó en el año 1984 el anteproyecto de Código Deontológico en la revista Papeles del Psicólogo. Este documento regulaba la profesión del psicólogo en España. Respecto a los honorarios se podía leer: “el psicólogo se abstendrá tanto de reclamar remuneración u honorarios excesivos por su trabajo, cuanto de aceptar condiciones de retribución económicas que signifiquen rebajamiento de la profesión o competencia desleal con los compañeros”. Esto desapareció en la publicación definitiva del Código Deontológico. Es decir, no se mencionó nada en el apartado Honorarios.

Esto implicó que el precio en terapia quedaba sin ningún tipo de regulación. El Código Deontológico no dice nada. Y con eso empezaba la fiesta, los centros de Psicología podían poner el precio que considerasen, tanto hacia la máxima como hacia la mínima.

¿Cómo puede afectar esto a la psicoterapia?

La visión del paciente sobre el precio en terapia

Centrémonos primero en el paciente (cliente) que contrata. El dinero siempre es un tema delicado, pues cada uno tiene su circunstancia y no existen las situaciones idénticas. Hay personas que viven con una libreta en la mano, mirando el dinero que les queda y haciendo cuentas constantes para que cuadre. Otras personas no miran nunca la cuenta corriente al sacar la tarjeta para pagar una cena o unas vacaciones. Es decir, las posibilidades de pago de cada uno son muy variables.

No podemos olvidar todo esto porque, de media, la terapia cuesta entre 50-60 euros. Si pensamos este gasto como semanal, al final estaremos gastando entre 200 y 240 euros al mes durante varios meses. Sin duda se puede convertir en un gasto a tener en cuenta.

Es lógico, con estos datos, que una persona que quiera ir a terapia busque lo más económico, tanto a corto como largo plazo. Es decir, hablamos de salud mental, algo que afecta a muchísimas personas, y que todo el mundo quiere estar bien. Pero si para estarlo hay que dejar de pagar otras cosas importantes no se está solucionando nada.

Además, no podemos dejar de lado la parte sociocultural y de clases, que se relaciona transversalmente con esto. Las personas con mayor capacidad económica tiene mayor capacidad de acceso a los diferentes recursos. Por otro lado, las personas con menor capacidad vivirán una situación de «necesito ayuda, pero no puedo pagarla». Esto puede generar una retroalimentación hacia la exclusión social generado por un sistema que te expulsa si no existe una base económica sólida.

Esa situación se agrava si tenemos en cuenta la situación de los diferentes paises. En España, por ejemplo, nos encontramos con un sistema público de salud debilitado, sobre todo en el área de salud mental, salvajemente dejada de lado por los diferentes gobiernos. Sin un sistema público fuerte que sostenga a quien necesita terapia, solo queda la opción de terapia en clínicas privadas.

La respuesta lógica dentro de las diferentes clínicas es poner precios muy baratos, buscando la «universalización» del acceso a través de la promesa de un precio «justo» acorde a las necesidades del que lo paga.

La visión del terapeuta sobre el precio en terapia

Ahora vamos a analizar que significa todo esto para el terapeuta. Vamos a mirar como funciona la terapia, ¿son 60 euros la hora un precio justo? ¿por qué tiene ese valor? Ojalá dar respuesta a estas preguntas fuera algo sencillo, pero la realidad es que son un poco tramposas.

El trabajo de psicólogo no dura solo la hora a la semana por caso, siendo la suma de los casos la jornada laboral del profesional. En realidad tiene mucho más detrás. A esa hora hay que sumarle: trabajo en casa (preparar los casos, mantener los historiales al día, realizar llamadas a pacientes, etc.), estudiar (leer para trabajar mejor, hacer cursos, ver webinars, ir a congresos, etc.), aprender a usar nuevas herramientas, supervisar los casos (con otro profesional y manteniéndolo regularmente), etc.

Todo lo anterior es solo relacionado con el paciente y en temas de tiempo, si hablamos de la parte económica hay que tener en cuenta que todo lo del parrafo anterior cuesta un dinero. Aparte, tiene que pagar el despacho si lo tiene, la colegiación obligatoria y, si es autónomo, todas las cuotas, trimestrales y demás papeleos obligatorios.

Otro aspecto a tener en cuenta es que la psicología es, en gran medida, un trabajo estacional. Hay momentos del año donde baja mucho la afluencia de pacientes, como es el caso del verano, y casi no genera ingresos (mientras que se mantienen los gastos). El precio en terapia también obedece a la necesidad de equilibrar esos momentos más bajos.

precio en terapia

¿Cómo puede haber un precio en terapia tan barato? 

¿Le sale a cuenta al psicólogo la sesión a 30 euros? La respuesta, como suele ser habitual, es depende. Lo que si está claro es que si la sesión tiene ese precio, para poder llegar a unas ganancias claras el volumen de pacientes tiene que ser muy alto. Y aquí es donde aparecen diferentes opciones.

Hay lugares donde se decide, en base al lugar donde se imparte la terapia, el público al que se pretende llegar, que hacen un «sacrificio» de precios para facilitar el acceso, pudiendo incluso ser gratuito. Son centros dirigidos a situaciones concretas, a públicos concretos. Aceptan que las ganancias serán menores porque comprenden el tipo de partida que están jugando. Lo pueden equilibrar a través de pedir ayudas a diferentes estamentos, como ONGs, fundaciones, etc.

Por otro lado tenemos los centros de psicología que se dedican a «contratar» psicólogos autónomos por porcentaje. Trabajar por porcentaje es normal en psicoterapia, y si se trata de un intercambio justo no tiene nada de malo. El centro pone las facilidades para que puedas hacer terapia, a la vez que te da los pacientes y, a cambio, tu le das un porcentaje del dinero recaudado. El problema es que las condiciones se llevan hasta límites abusivos.

El problema de centros que contratan a otros de esta manera, por porcentajes de media entre 40-50% de la sesión, es que ese volumen se lo exigen a los psicólogos. Estos, a su vez, se ven atrapados por la premisa de que ganar entre 12-15 € la hora implica ver a muchos pacientes para que las cuentas cuadren a fin de mes. De ese modo acaban viendo a una media de 8 pacientes por día los 5 días de la semana. ¿Qué tiempo queda para todo lo demás?

Al final esa retroalimentación de necesitar más y más pacientes para que los números cuadren incide en la calidad de la terapia. Por el simple hecho de que el tiempo es finito y si solo tengo tiempo para ver pacientes, no lo tengo para preparar sus casos. Y la rueda gira hasta que el psicólogo acaba quemado y aplastado por un trabajo que se suponía disfrutaba.

Conclusión

El precio en terapia siempre será discutido, igual que el precio de cualquier cosa, porque el valor siempre será algo subjetivo. El objetivo de este artículo es que se pueda ver lo que hay detrás de una hora de terapia y cómo afecta al precio. Se que suena a llanto de psicólogo (y algo de eso tiene, no cabe duda), pero también busca denunciar una situación que día a día se va agrabando.

La salud mental es uno de los grandes temas pendientes como sociedad. El sistema de salud público lo tiene abandonado, y el sistema privado busca mercantilizarlo hasta romperlo. El paciente se convierte en dinero y el psicólogo en una herramienta para extraerlo. Cada día estamos un poco más cansados, cada día más profesionales lo dejan por un «burnout» cada vez más notorio. Pero también cada día leo más historias de personas que se sintieron maltratadas por su terapeuta. No niego que algunas de esas historias surjan de mala praxis de malos profesionales, pero me pregunto cuantas de ellas responden a psicólogos cansados que no pueden más.

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